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Los tormentos de La Pasión de Cristo

Los tormentos a que fue sometido Jesucristo durante su Pasión fueron de una crueldad refinada desde cualquier perspectiva que se mire.

Legalmente Jesucristo fue condenado a la pena capital, que sólo podían dictaminar los romanos, sin ninguna causa. El delito contra el pueblo romano del que lo causaron ante Pilato los sumos sacerdotes judíos nunca existió porque Jesucristo no buscó nunca el ser enemigo del César, sino todo lo contrario proclamó que se debía de dar la César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios. Además siempre aconsejó a sus discípulos pagar el correspondiente tributo. El pecado de blasfemia con que le acusaron ante el Sanedrín no tenía ninguna relevancia en el derecho romano. Por eso Pilato intentó salvar a Jesús sometiéndolo al terrible tormento de la flagelación, para mover a compasión a la muchedumbre y evitar la pena capital de la Crucifixión, tormento cruelísimo al que no se podía condenar a ninguno ciudadano romano, que solo podía ser condenado con la pena del ius gladii ( decapitado).

CristoDesde la perspectiva médica la flagelación tenía efectos terribles y devastadores sobre el flagelado. El dolor era atroz y agudo provocado por el destrozo de los nervios que son numerosos y dotados de gran sensibilidad al destruir la piel por los azotes y no solo quedaron destruidos los corpúsculos de Meissner, sino también las glándulas sudoríparas, las sebáceas y los conocidos como corpúsculos de Kraus, que son los que reciben las sensaciones de frío y calor. El destrozo de la piel, según los expertos, fue tan doloroso que no era posible soportar su intensidad sin morir.

La coronación de espinas fue igualmente terrible y dolorosísima. La mofa y burla de los soldados fue de un sadismo espantoso. El estado lamentable en el que quedó Jesucristo después de la flagelación fue el revulsivo para que la soldadesca idease las bromas más macabras. Para comprender algo tan terrible hay que tener en cuenta las hemorragias que las espinas causaron en la piel de cráneo de Jesucristo, desde el punto de vista anatómico. El dolor y la pérdida de sangre fueron intensísimos y dejaron a Jesucristo, como afirman prestigiosos especialistas, después de la terrible flagelación: exhausto, sin fuerzas, anémico, fatigosísimo y totalmente abatido.

La gran película del Mel Gibson La Pasión, que fue criticada por su presunta dureza, por los mismos que se mofan y profanan los crucifijos e imágenes católicas, es un pálido reflejo de lo que en realidad fueron los sufrimientos de Jesucristo en su Pasión y Muerte. Los describe el profeta Isaías en su célebre canto del Siervo del Señor: “Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos ( …) soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores, nosotros lo estimamos leproso herido por Dios y humillado: pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes: nuestros castigo saludable cayó sobre él sus cicatrices nos han curado” Texto al que Händel le puso música en la II Parte de su grandioso Mesías, que culmina con el espectacular y glorioso Alleluia, la palabra más repetida en la Pascua de Resurrección.

Fidel García Martínez
Catedrático Lengua Literatura y doctor Filología Románica

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