La comida popular, uno de los últimos actos del programa festivo
De momento las fotografías y las palabras no pueden transmitir los olores. De otra forma esta crónica estaría plagada de los efluvios que emanan grandes ollas cocinando carne de toro, a fuego lento, con cebollas, pimientos, especias y vino. Tanto blanco como tinto. Ya antes de llegar al Recinto Ferial de Azuqueca a uno le asaltaba el olor de las marmitas, unas esencias que parecían dibujarse en el aire, como en aquellos dibujos animados en los que los aromas transportaban literalmente a los animales y personas haciéndoles levitar…hasta el punto mismo donde se cocía todo. Bajo la carpa del recinto ferial, junto al Parque de La Quebradilla, este domingo se celebraba uno de los últimos actos multitudinarios de estas Ferias y Fiestas de Azuqueca: una comida popular, consistente en una caldereta que dio para 5.000 raciones y otras tantas personas.
Las ollas comenzaron a hervir a las 8,00 de la mañana. A esa hora Javier González, jefe de los cocineros, empezó con todo el operativo. Seis ollas, con una media de 270 kilos cada una, para preparar 1700 kilos de carne de toro. 450 kilos de patatas, 100 de cebollas, otros 100 de pimientos verdes, la misma cantidad de pimientos rojos, 70 de zanahorias en dados y 120 de preparado de menestra. Todo ello aderezado con especias, vino tino y vino blanco. Para darle forma al guiso, tres cocineros y un gran número de ayudantes. Seis horas después, justo a las 14,00 horas, había finalizado la preparación y comenzó el reparto.
Entonces la larga fila se puso en marcha. Mayores y menores con sus tickets en la mano, sus cacerolas, sus fiambreras y sus bolsas. La masa comenzaró su peregrinar hasta el punto de reparto. Lenta pero segura. Y según se acercaba, más intenso y delicioso era el olor. El sabor, cuando la tecnología alcance ya se lo transmitiré. Seis horas de cocción y algunas más de espera merecieron la pena. Una caldereta simplemente deliciosa.
