El sol de la primavera es toda una bendición e invita al paseo. Camino de Robledillo de Mohernando, los campos labrados se muestran empapados y desbordantes de agua que sale de sus entrañas, junto al cereal. Arroyos otrora secos están cubiertos por una lámina de agua, recordando a los olvidadizos que los cauces siguen siendo sus dominios.
Una imagen de la Laguna Grande
Cruzamos el pueblo de Robledillo, presidido por la iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Piedad, del siglo XVI, con atrio porticado en uno de sus lados y fachada toda ella de ladrillo y sillarejo. Al final de una cuesta llegamos a un llano inmenso que se extiende por los términos municipales de varios municipios. Allí tiene sus instalaciones el Real Aeroclub de Guadalajara, donde se preparan avionetas, ultraligeros y aviones anti incendios en la temporada de verano. La carretera paralela a la pista nos llevará hasta las inmediaciones del objetivo de nuestra ruta: las lagunas que hay entre Puebla de Beleña y Casa de Uceda, en el término municipal de esta primeras localidad.
Las últimas lluvias han encharcado el terreno, agua de la que se nutren estas lagunas esteparias.Las lluvias de los últimos meses han favorecido la inundación del terreno, hasta el punto de que presentan ante nuestros ojos un aspecto que nunca habíamos visto. Por ello, lo recomendable es calzarse unas botas de agua o al menos un calzado impermeable porque los caminos y la hierba de su entorno están encharcados. Así que lo mejor es dejar el coche en el aparcamiento habilitado y disfrutar del camino. El paisaje de la sierra en la lejanía es bellísimo. El sol hace brillar los últimos restos de nieve sobre las montañas del sistema central, entre las que se alcanza a ver el pico Ocejón y la cuerda del macizo de Ayllón, con el vergonzoso pico del Lobo (2.274 metros) que sin embargo es la cota más alta de Guadalajara y Castilla-La Mancha.
El paraje tiene dos lagunas, que se llaman la Grande y la Chica, sin más complicaciones, y constituyen una gran sorpresa en el inmenso llano cerealista que las rodea. Un cartel nos informa de que se trata de lagunas estacionales, que alternan largos periodos de desecación con otros de encharcamiento. Su origen se explica por la presencia de arcillas, de baja permeabilidad, sobre una superficie de relieve muy suave.
Después de acercarnos a la llamada Laguna Grande, que está ciertamente mas grande que nunca, deshacemos el camino encharcado para dirigirnos a la Laguna Chica, desde una bifurcación perfectamente señalizada. Está apenas a medio kilómetro de la Grande y lo primero que comprobamos es que de Chica solo tiene el nombre. Al contrario que la Grande, de geometría circular, tiene forma de pera y ante nuestros ojos aparece más larga y caudalosa que otras veces. En el camino nos hemos encontrado con un gran rebaño de ovejas y cabras, que serán los únicos mamíferos con los que nos toparemos a lo largo de la mañana en esta estepa cerealista. Sí hay una bandada de patos, dispuestos a levantar el vuelo no sin antes dedicarnos un sonoro parpareo. Estas lagunas tienen su importancia en los viajes migratorios de las aves acuáticas a través de la meseta central y no es raro que acudan a ellas garzas reales, flamencos y todo tipo de ánades. Las dos lagunas cuentan con sendas casetas de observación para que no molestemos a las aves y poder sacar fotografías con comodidad.
La llamada Laguna Chica está más grande que nunca.
En los charcos del camino, miríadas de renacuajos y un estremecedor croar de ranas, que se extiende por todo el paraje.
La vuelta a Guadalajara, antes de comer, la hago por Puebla de Beleña, un pueblo que ser alza sobre una de las mesetas que miran al Sorbe. Más allá, en las inmediaciones de la presa de Beleña está Beleña del Sorbe, que cuenta con una de las mejores iglesias románicas de la provincia, en la que destaca su Portada de los Meses, en donde en una de las tres arquivoltas de la puerta central están representados, mediante relieves muy elaborados, las distintas faenas agrícolas que se llevaban a cabo durante los 12 meses del año en los campos de Castilla.
Las lagunas están declaradas Reserva Natural desde octubre de 2001, con una superficie de 191 Ha. Y una zona periférica de protección de 57 Ha más.