La sequía ha hecho perder intensidad a las paleta de color, pero aun así merece la pena.
Reproducción de una antigua carbonera junto a la senda Carretas.
Tengo por costumbre todos los años, cuando el calendario marca los últimos días de octubre o la primera quincena de noviembre, girar una visita al Hayedo de Tejera Negra, el primer parque natural declarado en Guadalajara, con 1.641 hectáreas protegidas después de su última ampliación en 1987, y el más meridional de Europa. El hayedo no tiene siempre el mismo color: depende del régimen de lluvias. Este año, el verano ha sido muy seco, sigue sin llover y esto ha rebajado sensiblemente la tonalidad en su paleta de color, en que se convierte este paraje todos los otoños. Ya lo notamos al dejar el coche en el parking de acceso, después de bajar por un camino de tierra que nos conecta con el centro de interpretación.
Este año he elegido para mi caminata la senda de Carretas, las más popular del parque, así llamada porque por ella transitaban los carros con la madera y el carbón vegetal que se fabricaba en las carboneras. La senda está señalizada con los colores azul y blanco y no tiene pérdida. Va primero por una pradera de alta montaña junto al río Lillas, que estos días apenas llega a la consideración de arroyo, por la sequía. Es un río con un hábitat muy interesante, con nutrias y truchas comunes, aunque dicen que también está el Desmán de los Pirineos, un curioso roedor que es una especie endémica por estos contornos.
El sendero está escoltado por el brezal, a veces acompañado de arándanos y gayuba, aunque la pradera amarillea por la sequía cuando a estas alturas el año debería presentar un verde intenso. Es lo que tiene la falta de lluvias: rebaja la fuerza de los colores, por lo que domina el marrón de los robles melojos y el amarillo del haya, habiéndose perdido ese tono anaranjado o cobrizo de los otoños en Tejera Negra. Hemos andado cerca de un kilómetro y el sendero se aleja del río metiéndose en el barranco.
La subida es leve hasta la citada carbonera, que dejamos a la izquierda y seguimos hasta un puente de madera. Allí comenzará la empinada subida al paraje de El Mirador, un tramo de apenas cuatrocientos metros, pero muy exigente. El esfuerzo merece la pena porque nos dejará en el llamado mirador de Mata Redonda, desde el que tenemos una amplia panorámica del parque natural y de la cuerda de montañas, que lo protegen de los fuertes vientos, y separan Guadalajara de la provincia de Segovia.
El pico de la Buitrera, uno de los dos miles que tiene la provincia, se asoma a las laderas de Tejera Negra.
De izquierda a derecha: La Escaleruela (1.975 metros), La Buitrera (2.024), Collado de las Cabras (1.826) y Pradera de la Mesa (1.883). Por allí anda el barranco de las Víboras, por donde una vez llegué hasta un antiguo castro celta bastante bien conservado y de complicado acceso. Pero esa es otra historia y otros senderos. Hoy hemos dicho que tomamos el de Carretas y al que inmediatamente nos incorporamos por el camino señalizado, que nos meterá otra vez en el hayedo, un área tupida de árboles jóvenes y alargados, que van buscando el sol, que se filtra entre las copas.
El tejo, uno de los árboles mitológicos de la cultura celta. En el perímetro de Tejera Negra hay un castro bien conservado, pero de muy difícl acceso.El camino seguirá subiendo y a la izquierda nos dejará ver un gran tejo, uno de los árboles más longevos del hábitat continental, que crece a partir de los 800 metros en barrancos y laderas y con una madera de gran calidad, que se utilizaba para fabricar arcos. Sus hojas tienen alcaloides venenosos, que historicamente han utilizado los suicidas. En el mundo celta el tejo tiene un componente funerario, por lo que se encuentran en los cementerios. En España no abundan y los que se han salvado lo fueron porque su extracción para la tala, por la altura, era muy dificultosa.
El camino alfombrado por las hojas de hayas y melojos terminará de subir hasta un pinar a partir del cual iniciaremos la bajada hasta el parking. Es una zona poblada por robles, con pizarras y raíces a simple vista, que habrá que tener cuidado para no tropezar. En apenas media hora la senda Carretas habrá terminado y con ella nuestro paseo anual por el hayedo, en la confianza de que las lluvias del otoño refresquen el suelo de este entorno único, y las praderas junto al Lillas y el Zarzas tornen del marrón al verde, que ya esperan a las primeras nieves del invierno de este paraje singular entre las dos Castillas.
Parque natural Hayedo Tejera Negra (Cantalojas). Senda Carretas: Distancia: 8,5 kilómetros. Duración: 2,40 horas. Circular. Dificultad: fácil, excepto la subida a El Mirador, que es media. Hay una tasa de 4,60 euros por coche para el parking. Fines de semana de otoño con reserva previa. Restauración y alojamiento en el entorno.







