Hay ocasiones en las que uno no puede reprimir sus reflexiones, hay ocasiones en las que hay que decir las cosas claras, sin tapujos. Yo soy de los que piensan que la mayor parte de los asuntos del día a día no son cuestiones de izquierdas ni derechas, ni de clases más altas frente a clases bajas, pero hay ocasiones en las que reflexionar sobre derechos humanos duele, y duele tanto que uno no se puede aguantar decirlo, porque me cuesta empatizar y asumir la humillante derrota que sufrimos los seres humanos en Palestina desde hace demasiados días.
Desde una mirada municipal, es común centrarse en lo cercano, en nuestros servicios, en nuestros colegios, en nuestra cultura o en nuestro presupuesto local. Pero cuando los engranajes del poder están sosteniendo un exterminio sistemático, ya no se puede, ya no se debe permanecer en silencio. Porque lo que está ocurriendo en Gaza supera con creces una crisis humanitaria: es un GENOCIDIO. Y nuestro silencio ante la atrocidad que está ejecutando Israel frente al pueblo Palestino, no sólo otorga, sino que también mata y asesina día a día.
Amnistía International, concluye en sus informes que “Israel ha cometido actos prohibidos por la Convención de Genocidio, con la intención específica de destruir a palestinos en Gaza” . Se detallan los métodos empleados, con asesinatos, con graves daños físicos y mentales, y con la imposición de condiciones de vida destinadas a destruir física y psicológicamente a la población, como la hambruna que hoy es tan evidente. Utilizar el hambre como arma de guerra, es un claro y evidente crimen contra la humanidad.
Las cifras son escalofriantes: más de 50.000 muertos en Gaza, la mitad de ellos niños y/o mujeres; y más de 1.000 personas asesinadas mientras buscaban ayuda humanitaria (desde mayo). Hasta altos comisionados de la ONU describen Gaza como “un infierno en la Tierra”.
Yo creo que ya no nos sirve observar desde la distancia. Mientras mi entorno local debate sobre calles mal hechas o instalaciones deportivas sin mantener, siguen muriendo personas en Gaza ante la indiferencia internacional y local. Y yo creo que en Guadalajara somos muchas las personas que no aguantamos más, que necesitamos gritar y exigir al gobierno que rompa todo lazo diplomático, militar o comercial con quienes financian y respaldan estas acciones genocidas; que mostremos un compromiso claro para apoyar un embargo de armas a Israel; que presionemos a través de redes y medios locales, recordando que el genocidio no es una serie de la tele, no es algo natural y habitual. Es hora de asumir que este genocidio mata bebés, impide partos, rompe vidas, destruye hospitales, hunde ilusiones y arrasa con el futuro de una sociedad que no se lo merece, porque ninguna sociedad humana se lo merece.
Como seres humanos, somos responsables de este fracaso; como civilización, ya formamos parte de este genocidio. Al menos, asumamos nuestra derrota como sociedad y ojalá más pronto que tarde seamos capaces de revertir la situación. La negación de la realidad y las excusas iniciales disfrazadas de “daños colaterales” han quedado obsoletas ante la evidencia actual. No es un error: lo que está ocurriendo en Palestina es una estrategia de aniquilación. Ignorar ésto es complicidad homicida y es inhumano.
Si en el ámbito municipal se decide el futuro de una comunidad, hoy ese ámbito debemos expandirlo hasta Gaza. Sí, porque desde los ayuntamientos y desde lo local es desde donde se puede cambiar el mundo, desde abajo, desde lo cercano: denunciando, presionando y exigiendo justicia, exigiendo humanidad. Ya es hora. Ya no hay excusa. Ni un minuto más de silencio. Hagámoslo aunque sólo sea por el bien de las próximas generaciones, porque la nuestra, ya ha fracasado en la defensa de los derechos humanos básicos del pueblo Palestino.
Jorge Riendas
Miembro de Aike y ex concejal del ayuntamiento de Guadalajara